“La voluntad de los trabajadores del Subte fue siempre irse de la UTA”
Los trabajadores del subterráneo están escribiendo la historia del nuevo movimiento obrero que se propone construir un sindicalismo cuyas características fundamentales son la democracia en la toma de decisiones y la amplia participación de base, con el objetivo de lograr la dignidad de los trabajadores.
Este proceso de lucha se abrió en el año ‘97, cuando las políticas privatizadoras de Carlos Saúl Menem en connivencia con la patronal, ejecutaron un ajuste sobre los puestos de trabajo de miles de trabajadores del subterráneo. Los despidos masivos con los que sometieron a la clase trabajadora y la despojaron de su identidad de clase, condenándola al hambre de la desocupación, fue una de las estrategias fundamentales de la burguesía en los años ‘90. Los trabajadores del subte no fueron ajenos a esta realidad. Además, quisieron instalar culturalmente que quienes tenían trabajo debían sentirse privilegiados, sin importar las condiciones en que lo hicieran, estrategia que adoptaron en ese momento la patronal y el gobierno de Menem.
Las primeras luchas tuvieron el propósito de frenar los despidos. Respecto a esto Jorge comentó: “fue una lucha terrible porque caminamos solos, para convencer a los compañeros que no la veían. En el año 2000 en nuestro país había un 20% de desocupación, quienes teníamos trabajo parecíamos que éramos los privilegiados de la clase obrera. Había pegado muy fuerte aquello de que eras un privilegiado y no deberías quejarte, eso melló muy fuerte la conciencia de los trabajadores”.
Para entender la historia de lucha de los trabajadores del subte, se deben contemplar dos características que los diferenciaba a su interior: por un lado, los trabajadores que pertenecían a la vieja camada venían de protagonizar luchas que habían terminado en “una derrota muy fuerte que dejó 3000 trabajadores en la calle, perdieron la jornada por las 6 horas y hubo rebaja salarial. Entonces la conciencia de los trabajadores era ´no se puede conseguir nada´”, explicó Jorge. Por otro lado, estaban los trabajadores nuevos que entraron con la privatización, entre ellos el mismo Jorge: “yo era uno de los nuevos, paradójicamente entré a trabajar gracias a la privatización y gran cantidad de los trabajadores delegados que encabezamos la lucha por las 6 horas nunca habíamos trabajado 6 horas. Al principio éramos dos gatos locos tratando de convencer a los compañeros que se podía. Esos años, las primeras peleas que dimos fueron para concientizar que podíamos conseguir lo que nos proponíamos. Las primeras marchas éramos 50 o 100 trabajadores. Íbamos al Ministerio de Trabajo, a la Legislatura, presentábamos proyectos de ley. Hasta que la gente fue confiando a partir de algunos logros que obtuvimos, como frenar los despidos y conseguir algunos aumentos”.
En realidad, una virtud nuestra es saber interpretar la idiosincrasia de los compañeros trabajadores del subte. No es un invento nuestro la creación de un sindicato. En la década del ‘60 hubo un movimiento que quiso escindirse de la UTA y no lo lograron. También en el año ‘84, se creo el Sindicato de Trabajadores del Subterráneo (STS) ¡que tenía más de dos mil afiliados! Un movimiento muy fuerte, pero lamentablemente hubo traidores que claudicaron y no se logró. Y este vendría ser el tercer intento y creemos que será el vencedor. Los compañeros siempre tuvieron un odio terrible a la UTA. El tema de la actividad es muy fuerte, la UTA está manejada por colectiveros, nosotros no tenemos nada que ver con esa actividad. Es ridículo que venga un colectivero a decir “parame una formación” porque tiene alguna falla, porque no lo conoce. Como yo tampoco podría decir cómo se hace un diagrama de servicio de colectivos. Nunca nadie se sintió representado por la UTA, los métodos que utilizan son muy distintos a los nuestros, hay una diferencia abismal entre ellos y nosotros, y la voluntad de los trabajadores siempre fue irse de la UTA.
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