Ya pasó una semana de la agresión de la patota sindical a los trabajadores ferroviarios tercerizados que terminó con el asesinato de Mariano, con Elsa luchando por su vida y con otros trabajadores y militantes heridos de balas y/o piedras. Así y todo, queremos expresar el inmenso dolor, la terrible indignación y algunas reflexiones que este hecho nos genera. La muerte evitable de una persona, es en sí misma un hecho terrible, pero esto es mucho más que eso: es la forma en que la patronal, a través de la utilización de la violencia como método y la patota sindical como mano de obra, intentó silenciar a un sector de trabajadores que reclamaban por derechos tan básicos como la reincorporación de trabajadores despedidos arbitrariamente o su inclusión en el convenio colectivo del sector.
Como trabajadores del Ministerio de Desarrollo Social, muchas veces nos hemos encontrado luchando nosotros mismos contra la precarización –y tercerización también- de nuestros contratos, o por la reincorporación de compañeros despedidos, como lo hacían los trabajadores ferroviarios a quienes Mariano, Elsa y muchos otros habían ido a acompañar ese día. Algunas de esas veces incluso nos hemos encontrado con que, en vez de apoyar nuestros reclamos, los delegados de UPCN y las autoridades de ese gremio organizaron patotas, amedrentándonos para hacer que canceláramos las medidas. Por estos días seguimos viendo que estos delegados se dedican a arrancar sistemáticamente los carteles con los reclamos que los trabajadores consensuamos en las asambleas. Inclusive han llegado a destruir una muestra en homenaje a los desaparecidos realizada para el último aniversario del golpe de Estado de 1976. Quizás eso también les pareció demasiado “zurdo” o “trosco”, términos con los que se suele estigmatizar a cualquiera que ponga en tela de juicio el más mínimo aspecto del status quo. Y la utilización de estos términos no es casual: quien murió el jueves pasado era uno de esos “zurdos – troscos”, un joven de 23 años a quien las injusticias y desigualdades de este mundo conmovieron al punto de dedicar su vida a intentar cambiarlo, y por esto mismo estaba apoyando los reclamos de los trabajadores... ¡peligrosos sujetos, los “zurdos / troscos”, para los negociados de los patrones!
Evidentemente, lo que esta vez les paso a los compañeros ferroviarios, podría pasarle a cualquier grupo que se organice, porque estas patotas son la consecuencia de sindicatos que han dejado de representar a los trabajadores para pasar a defender los intereses de los empleadores –empresas o Estado-, y lo hacen utilizando la violencia para “poner en caja” a los trabajadores que se organizan y reclaman mejores condiciones de trabajo.
Creemos que para que estos hechos no se repitan no solo es necesario que los responsables materiales e intelectuales –con Pedraza y la co
nducción de la UF a la cabeza- respondan ante la justicia, sino también señalar las responsabilidades, tanto de quienes se benefician directamente con el accionar de estas patotas (en este caso la empresa, que además de financiar y tolerar a la patota es la principal responsable de los conflictos con su política de tercerización y trabajo precarizado) como del poder político, que apañó a los dirigentes burócratas permitiendo que esto pasara, y que debería haber terminado con la precarización mucho antes de que Mariano muriera. Justicia es que esto no vuelva a suceder.
Mientras haya precarización, salarios de pobreza, maltrato laboral, y tantas otras cosas, tendremos que seguir, como él, luchando. Por eso exigimos:
Justicia para Mariano y los heridos por la patota sindical de la Unión Ferroviaria
Basta de burocracia en los sindicatos
MARIANO FERREYRA ¡PRESENTE!
El martes 26, luego de una mesa de apertura integrada por Vicente Zito Lema, Eduardo Grüner, María Pía Lopez, miembros del Sindicato del Subte y del gremio docente de Filosofía y Letras, las Jornas Subterráneas comenzaron con un mesa sobre la sitiación de la clase trabajadora, conformada por Eduardo Lucita, Daniel Ximenez y Rolando Astarita.






