lunes, 13 de junio de 2011

¡Ya salió!

EL MORTERO N°38
Periódico de trabajadores-as

PRECARIZACIÓN
La patronal nos quiere de rodillas

EDITORIAL:
El saber obrero y nuestra conciencia



_“Pase Martínez, tome asiento. Llevamos mucho tiempo juntos. Sabemos cuánto conoce su puesto y que en tantos años fue descubriendo trucos e implementos que le alivian la tarea y los tiempos. ¡Pareciera que ni se cansa en su jornada! Imagínese que si usted nos comparte esos secretitos, nosotros podemos adoptarlo para el resto. Ya no dependeríamos tanto de usted. Es más, usted con la máxima categoría y tanta antigüedad nos sale realmente caro. De esta manera podríamos echarlo y tomar a un novato por la mitad. ¡Vamos Martínez, colabore con la empresa!”
Este diálogo jamás se va a dar. Nadie podría imaginar semejante nivel de sinceridad de parte de una patronal. Sin embargo se acerca bastante a lo que persiguen en cada lugar de trabajo. Saben -al igual que nosotros- que más allá de las teorías y los procedimientos homologados hay un saber que surje del propio quehacer. El sentido práctico del laburante, y la necesidad de hacer más sencilla y llevadera su tarea, hace que el trabajador o la trabajadora vayan forjando en su experiencia un conocimiento práctico. Es ese saber obrero que los patrones buscan expropiarnos como sea.
_“Es verdad Señor Gerente. En estos años fui descubriendo varios secretos en mi tarea. Ellos no sólo me permitieron regular los ritmos de producción, sino también empiojarles la línea cuando estuvimos en conflicto. Sé cómo simplificar y acelerar el proceso, pero también pequeñas trampitas para atorarlo. ¡Vamos a la máquina que le muestro!”
Es claro que esta conversación tampoco existirá jamás. Es por eso que las empresas fueron desarrollando estrategias más sutiles para acceder a nuestros secretos. Fueron tomando nota de nuestras inquietudes e ilusiones, de nuestras aspiraciones más profundas y las utilizaron para darle forma a nuevos mecanismos de expropiación. Así nacieron los “círculos de calidad” o los “espacios de mejora continua” donde quieren hacernos creer que se diluyen las jerarquías, que se democratiza el conocimiento, que valoran nuestra experiencia y nuestra voz tiene peso. Allí nos convocan a que “intercambiemos sugerencias para mejorar nuestro trabajo”. Su verdadero objetivo es que les brindemos nuestro saber práctico de manera que ellos puedan incorporarlos a sus procedimientos estándar. Así, si la trabajadora o el trabajador que tiene esos saberes se va (o lo van) pueden reemplazarlo más fácilmente.
_“Mirá pibe, vos son nuevito y recién saliste del cascarón. Hay algo muy importante que nunca debés perder de vista. Cuantos más secretos tengamos que hagan efectiva y eficiente nuestras tareas, más armas y elementos de presión tenemos para hacer valer nuestro laburo, vamos a poder plantarnos frente a la patronal en mejores condiciones. Saber que ellos necesitan nuestro trabajo, que les sirve lo que hacemos, nos da mucha fuerza. La cooperación debe existir y aumentar entre nosotros, no con la patronal. Nuestro saber es nuestro. Si a la empresa le sirve que lo pague en sus resultados. Y si le interesa tanto tener esos conocimientos, que monte un área de ingeniería y ponga a sus sabiondos a trabajar como locos, igual que lo hacemos nosotros, hasta descubrirlos”.
Este diálogo no sólo es posible sino deseable. Sin embargo, para valorar y defender nuestro conocimiento es necesario forjar primero una fuerte identidad de clase, que nos reconozca como parte de un conjunto que tiene realidades e intereses comunes absolutamente enfrentados con la patronal. Por lo tanto, nada de lo que venga de sus entrañas puede traer algún beneficio para nosotros. Y para enfrentar políticas más refinadas de la empresa primero tenemos que ejercitar respuestas más simples, como evitar que en nuestros partidos de fútbol o asaditos tengan lugar jefes o supervisores.
Alguna vez un viejo delegado me dejó una sentencia que me marcó a fuego:
_“Estamos por entrar a negociar. Ahí nos van a estar esperando un montón de embaucadores que con un montón de palabras van a intentar embrollarnos y confundirnos hasta hacernos pisar el palito. La mejor manera de no entrar en su juego es entrar con una idea fija en la cabeza. ¿Viste que hace dos días que está lloviendo? Bueno, ¡la culpa es de la patronal!”


El saber obrero es también una cuestión de conciencia. La conciencia de clase es una cuestión humana. Cuanto más la cultivamos, más humanos seremos.

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